Judith Astelarra
A partir de la década de los sesenta del siglo XX se produce en los países occidentales un auge del feminismo. Este movimiento social luchará por la liberación de la mujer. Cabe decir que éste fenómeno no es nuevo ni mucho menos. Podemos decir que en esta época surge un renacimiento del feminismo.
Esta desigualdad es de origen social. Esto significa que sus causas no se tienen que buscar en la naturaleza sino en el orden social. Los hombres y mujeres no son desiguales porque nacen desiguales, sino porque la sociedad los coloca en desigualdad. Esta desigualdad se muestra según el sistema sociopolítico y el desarrollo cultural o económico de cada país.
A partir de la teoría del patriarcado surge el concepto de género para distinguirlo del sexo. El género se refiere a las diferencias sociales y el sexo se refiere a las diferencias biológicas. Las personas nacen con un sexo asignado pero el género se le es asignado por el sistema social. Este sistema de género sirve para definir los cuáles eran los aspectos de la discriminación de las mujeres que se tenían que quitar y qué métodos debía usar la administración pública para conseguirlo.
En la sociedad actual existe el llamado sistema de género. Esto se distingue por la división sexual del trabajo que s
irve para dar cuenta de la existencia de una característica social común a todas las sociedades: hombre y mujeres realizan funciones diferentes. Esta división de roles se establece desde que somos pequeños. Los niños y las niñas son educados y socializados para aprender a realizar diferentes tareas y para que acepten este orden social como lo “normal”.
El sistema social de género se refiere a los procesos y mecanismos que regulan y organizan la sociedad para que mujeres y hombres sean, actúen y se consideren diferentes. También determina qué áreas sociales son de competencia de un sexo u otro. Las diferencias biológicas y naturales son la justificación utilizada para la división sexual del trabajo y el sistema de género.
El género se expresa en cuatro niveles diferentes. En primer lugar sería en las características biológicas secundarias. Para la reproducción humana debe existir el dimorfismo sexual. Esto significa que debe haber dos individuos claramente diferenciados, en este caso el macho y la hembra. El dimorfismo sexual también produce otro tipo de características asociadas al sexo, por ejemplo la fuerza física o el tamaño del pecho. Esta sería una primera forma en la que se expresa el género y se distinguen a los hombres y las mujeres. En segundo lugar tenemos la identidad personal. La gran variedad de modelos de sociedades y diferentes estereotipos que existen en las diferentes sociedades indican que la determinación del género no se basa en la biología. El origen de todo se encuentra en las definiciones sociales y culturales que son transmitidos a través de las generaciones por la socialización. En tercer lugar encontramos los roles sociales. Esto significa que el género no solo es asignado a las personas si no que también se asigna a las actividades. Por ejemplo, los roles de cuidado de las personas siempre ha sido asignado al género femenino mientras que las actividades de guerra se les ha asignado al género masculino. Por último lugar existe también la diferenciación de ámbitos sociales masculinos y femeninos.
Para que el género social descrito se desarrolle, las sociedades humanas han creado instituciones y mecanismos que forman el sistema social de género. La institución base del sistema de género es la familia. La familia es la que regula las relaciones de género. Lo que sucede en el ámbito de la familia es lo que luego se proyecta a otros ámbitos de la vida social. La existencia de la división sexual del trabajo y su expresión en el sistema de género no significa que las diferencias entre hombres y mujeres se conviertan en una relación de desigualdad entre ambos aunque el sistema de género nunca se distinguió por su igualdad.
En la sociedad moderna, la organización del sistema de género se expresó a través de una forma de división sexual del trabajo que acentuó la separación del espacio privado: el hogar era el lugar destinado a las mujeres y el espacio público era para los hombres. La familia que era la institución central del sistema de género en la sociedad preindustrial ahora pierde las funciones económicas, sociales y políticas. El trabajo doméstico de las mujeres no es valorado económicamente. La creación de núcleos urbanos terminó de consolidar la separación entre lo público y lo privado.
Esta forma de división sexual del trabajo, que se puede decir que aún persiste hoy en día, tuvo consecuencias significativas en las relaciones sociales que hombres y mujeres pueden desarrollar. Mientras los hombres trabajan de forma colectiva y participan en otro tipo de actividades, las mujeres amas de casa lo hacen de forma individual y no se relacionan mucho con los demás ya que permanecen muchas horas en casa. En las actividades públicas se han impuesto las organizaciones y las relaciones más formales e impersonales mientras que el mundo privado y la familia se han convertido en el principal lugar donde se expresan los sentimientos, el afecto y las relaciones personalizadas. De esta forma lo masculino se ha impuesto socialmente en la medida en que los hombres son los privilegiados y las mujeres las discriminadas.
El sistema de género de la sociedad moderna y su división de los ámbitos de actividad en públicos y privados produjo una división de actividades sociales que coincidía con la definición de roles de género. La dimensión de género hizo que el ámbito público se considerara masculino y el privado femenino. Los cambios a partir de los sesenta implicaron que cada vez más mujeres se incorporaran a la esfera pública, manteniendo al mismo tiempo sus roles familiares. Es lo que se ha definido como la “doble presencia” femenina. De todas formas, sigue existiendo una dimensión de género que afecta a todas las actividades sean económicas, culturales, políticas o sociales. Podemos decir así que las mujeres tienen unos ámbitos sociales donde están presentes y otros donde están ausentes y que ellos se corresponden con la división sexual del trabajo de la sociedad moderna. La incorporación de las mujeres al ámbito público la podemos definir en la actualidad como una presencia condicionada y una ausencia relativa. Pueden existir casos de doble presencia, donde la mujer trabajo dentro y fuera del ámbito doméstico. Pero la presencia de la mujer en el ámbito público aún no se produce en plena igualdad con los hombres y se describe como presencia condicionada. Las mujeres aún están lejos de participar en las actividades públicas sin que el hecho de ser mujer no se traduzca en inferioridad de condiciones, sean económicas, políticas o culturales.

En cuanto a la relación entre el sistema de género y la política, es el movimiento feminista el que ha expuesto reivindicaciones que benefician al colectivo femenino y también han hecho demandas que han formado parte de propuestas más amplias de profundización de la democracia.
El sistema de género no sólo afecta a las relaciones sociales sino también a las relaciones políticas. Política y familia se desarrollaron como dos instituciones contrapuestas que nunca debían intercambiarse. El origen de esta separación se encuentra en la cultura griega donde distinguían entre polis (sede la política) y el oikos (ámbito doméstico). Se componía de estos dos mundos diferentes: el de la actividad política y el de la satisfacción de las necesidades y el de la cultura y naturaleza. Uno considerado noble y el otro menospreciado. En el caso de las mujeres, se las silenciaba en gran medida por su propia naturaleza y por su capacidad reproductiva pero también porque aquello que se hacía en el ámbito doméstico no era considerado una actividad noble como la política. La política ha sido siempre por excelencia el lugar de lo público y de su expresión, la voz pública.
La consecución del derecho a voto no ha significado la superación de las contradicciones que existen en la sociedad del “Estado del Bienestar”. Las diferencias de género que estructuran las relaciones personales entre hombres y mujeres, la división del trabajo y la distribución de recursos y poder, también forman parte, de forma oculta, de la estructura de la ciudadanía. El enfoque de género no sólo permite mostrar las contradicciones entre los principios de la ciudadanía y la práctica de la desigualdad entre las mujeres y los hombres, sino que también muestra los problemas políticos con una concepción de la ciudadanía que ignora lo privado y por tanto es restrictiva. No da valor a lo que es el ámbito privado de la vida. Fue precisamente por su ubicación en el mundo privado por lo que las mujeres no fueron consideradas ciudadanas y se las excluyó del sufragio. La concepción sólo pública de la ciudadanía se manifiesta también en el tipo de derechos individuales que se recogieron: sólo se vinculaban con las actividades públicas y se centraban en el trabajo, la política y la vida social y cultural.
La participación del sistema de género de la sociedad moderna produce dos tipo
s de limitaciones para la participación femenina en las organizaciones políticas y en las instituciones del Estado. Por un lado, al obligarlas a ser las responsables del trabajo doméstico les deja menos tiempo disponible. En segundo lugar, la asignación de sexo a las áreas sociales y sus actividades hace que se estructuren de tal modo que sea difícil para las mujeres participar en las masculinas y viceversa. Las diputadas o concejalas, por ejemplo, son destinadas a temas de educación o servicios sociales y muy pocas veces se les asignan tareas de defensa o relaciones internacionales. Sí que es cierto que hay más mujeres en los cargos políticos parlamentarios o de gobierno pero esto no significa que estén en puesto de decisión que permitan cambiar normas o cambiar la forma de hacer política. En las últimas dos décadas se han producido cambios importantes en la incorporación de las mujeres a los puestos de poder, las dificultades no han sido superadas del todo.
Esta desigualdad es de origen social. Esto significa que sus causas no se tienen que buscar en la naturaleza sino en el orden social. Los hombres y mujeres no son desiguales porque nacen desiguales, sino porque la sociedad los coloca en desigualdad. Esta desigualdad se muestra según el sistema sociopolítico y el desarrollo cultural o económico de cada país.
A partir de la teoría del patriarcado surge el concepto de género para distinguirlo del sexo. El género se refiere a las diferencias sociales y el sexo se refiere a las diferencias biológicas. Las personas nacen con un sexo asignado pero el género se le es asignado por el sistema social. Este sistema de género sirve para definir los cuáles eran los aspectos de la discriminación de las mujeres que se tenían que quitar y qué métodos debía usar la administración pública para conseguirlo.
En la sociedad actual existe el llamado sistema de género. Esto se distingue por la división sexual del trabajo que s

El sistema social de género se refiere a los procesos y mecanismos que regulan y organizan la sociedad para que mujeres y hombres sean, actúen y se consideren diferentes. También determina qué áreas sociales son de competencia de un sexo u otro. Las diferencias biológicas y naturales son la justificación utilizada para la división sexual del trabajo y el sistema de género.
El género se expresa en cuatro niveles diferentes. En primer lugar sería en las características biológicas secundarias. Para la reproducción humana debe existir el dimorfismo sexual. Esto significa que debe haber dos individuos claramente diferenciados, en este caso el macho y la hembra. El dimorfismo sexual también produce otro tipo de características asociadas al sexo, por ejemplo la fuerza física o el tamaño del pecho. Esta sería una primera forma en la que se expresa el género y se distinguen a los hombres y las mujeres. En segundo lugar tenemos la identidad personal. La gran variedad de modelos de sociedades y diferentes estereotipos que existen en las diferentes sociedades indican que la determinación del género no se basa en la biología. El origen de todo se encuentra en las definiciones sociales y culturales que son transmitidos a través de las generaciones por la socialización. En tercer lugar encontramos los roles sociales. Esto significa que el género no solo es asignado a las personas si no que también se asigna a las actividades. Por ejemplo, los roles de cuidado de las personas siempre ha sido asignado al género femenino mientras que las actividades de guerra se les ha asignado al género masculino. Por último lugar existe también la diferenciación de ámbitos sociales masculinos y femeninos.
Para que el género social descrito se desarrolle, las sociedades humanas han creado instituciones y mecanismos que forman el sistema social de género. La institución base del sistema de género es la familia. La familia es la que regula las relaciones de género. Lo que sucede en el ámbito de la familia es lo que luego se proyecta a otros ámbitos de la vida social. La existencia de la división sexual del trabajo y su expresión en el sistema de género no significa que las diferencias entre hombres y mujeres se conviertan en una relación de desigualdad entre ambos aunque el sistema de género nunca se distinguió por su igualdad.
En la sociedad moderna, la organización del sistema de género se expresó a través de una forma de división sexual del trabajo que acentuó la separación del espacio privado: el hogar era el lugar destinado a las mujeres y el espacio público era para los hombres. La familia que era la institución central del sistema de género en la sociedad preindustrial ahora pierde las funciones económicas, sociales y políticas. El trabajo doméstico de las mujeres no es valorado económicamente. La creación de núcleos urbanos terminó de consolidar la separación entre lo público y lo privado.
Esta forma de división sexual del trabajo, que se puede decir que aún persiste hoy en día, tuvo consecuencias significativas en las relaciones sociales que hombres y mujeres pueden desarrollar. Mientras los hombres trabajan de forma colectiva y participan en otro tipo de actividades, las mujeres amas de casa lo hacen de forma individual y no se relacionan mucho con los demás ya que permanecen muchas horas en casa. En las actividades públicas se han impuesto las organizaciones y las relaciones más formales e impersonales mientras que el mundo privado y la familia se han convertido en el principal lugar donde se expresan los sentimientos, el afecto y las relaciones personalizadas. De esta forma lo masculino se ha impuesto socialmente en la medida en que los hombres son los privilegiados y las mujeres las discriminadas.
El sistema de género de la sociedad moderna y su división de los ámbitos de actividad en públicos y privados produjo una división de actividades sociales que coincidía con la definición de roles de género. La dimensión de género hizo que el ámbito público se considerara masculino y el privado femenino. Los cambios a partir de los sesenta implicaron que cada vez más mujeres se incorporaran a la esfera pública, manteniendo al mismo tiempo sus roles familiares. Es lo que se ha definido como la “doble presencia” femenina. De todas formas, sigue existiendo una dimensión de género que afecta a todas las actividades sean económicas, culturales, políticas o sociales. Podemos decir así que las mujeres tienen unos ámbitos sociales donde están presentes y otros donde están ausentes y que ellos se corresponden con la división sexual del trabajo de la sociedad moderna. La incorporación de las mujeres al ámbito público la podemos definir en la actualidad como una presencia condicionada y una ausencia relativa. Pueden existir casos de doble presencia, donde la mujer trabajo dentro y fuera del ámbito doméstico. Pero la presencia de la mujer en el ámbito público aún no se produce en plena igualdad con los hombres y se describe como presencia condicionada. Las mujeres aún están lejos de participar en las actividades públicas sin que el hecho de ser mujer no se traduzca en inferioridad de condiciones, sean económicas, políticas o culturales.

En cuanto a la relación entre el sistema de género y la política, es el movimiento feminista el que ha expuesto reivindicaciones que benefician al colectivo femenino y también han hecho demandas que han formado parte de propuestas más amplias de profundización de la democracia.
El sistema de género no sólo afecta a las relaciones sociales sino también a las relaciones políticas. Política y familia se desarrollaron como dos instituciones contrapuestas que nunca debían intercambiarse. El origen de esta separación se encuentra en la cultura griega donde distinguían entre polis (sede la política) y el oikos (ámbito doméstico). Se componía de estos dos mundos diferentes: el de la actividad política y el de la satisfacción de las necesidades y el de la cultura y naturaleza. Uno considerado noble y el otro menospreciado. En el caso de las mujeres, se las silenciaba en gran medida por su propia naturaleza y por su capacidad reproductiva pero también porque aquello que se hacía en el ámbito doméstico no era considerado una actividad noble como la política. La política ha sido siempre por excelencia el lugar de lo público y de su expresión, la voz pública.
La consecución del derecho a voto no ha significado la superación de las contradicciones que existen en la sociedad del “Estado del Bienestar”. Las diferencias de género que estructuran las relaciones personales entre hombres y mujeres, la división del trabajo y la distribución de recursos y poder, también forman parte, de forma oculta, de la estructura de la ciudadanía. El enfoque de género no sólo permite mostrar las contradicciones entre los principios de la ciudadanía y la práctica de la desigualdad entre las mujeres y los hombres, sino que también muestra los problemas políticos con una concepción de la ciudadanía que ignora lo privado y por tanto es restrictiva. No da valor a lo que es el ámbito privado de la vida. Fue precisamente por su ubicación en el mundo privado por lo que las mujeres no fueron consideradas ciudadanas y se las excluyó del sufragio. La concepción sólo pública de la ciudadanía se manifiesta también en el tipo de derechos individuales que se recogieron: sólo se vinculaban con las actividades públicas y se centraban en el trabajo, la política y la vida social y cultural.
La participación del sistema de género de la sociedad moderna produce dos tipo
